Llegó el “segundo semestre”, y el primer artilugio comunicacional macrista (¿duranbarbista?) para aplacar la crisis y el feroz ajuste, ya voló por los aires como las promesas de campaña vinculadas a un recorte “gradual” para morigerar los desbarajustes económicos. Una vez más, los que pagan los platos rotos -y de la manera más brutal posible- son los trabajadores.
Con la lógica de las religiones, se había instalado la idea que en el segundo semestre comenzaba el famoso “derrame” al que adscriben los liberales que hoy manejan la economía del país. “Aguantá el aumento de tarifas, los despidos, los recortes en gastos sociales, mientras le pagamos millonadas a los buitres y le reducimos las retenciones a los grandes exportadores y favorecemos a los grupos económicos concentrados, que en el segundo semestre todo será mejor”. Es un canto de sirena como el del cristianismo y los musulmanes, “padece en la vida terrenal que luego vendrá el paraíso”.
Desde la perspectiva económica del gobierno nacional, estas políticas de favorecer a las grandes fortunas (generadoras de esta crisis global) pronto atraerán inversiones y lloverán dólares en materia productiva y así se generará empleo y se reactivará la economía. Nada de eso pasó ni está cerca de pasar según cualquier indicador económico que uno tengo a mano.
Pero al margen de la discusión técnica/económica, que la dejamos en manos de “especialistas”, es una cuestión filosófica e ideológica, por más que quieran “desideologizar” y “despolitizar” sus medidas y discursos. Desde que asumió la presidencia, Macri aplicó de la manera más ortodoxa las recetas liberales en materia económica, guiado por los adoradores del libre mercado, cuyas contradicciones se han tornado cada vez más agobiantes para la mayoría del planeta (porque las crisis son globales, no de uno u otro país).
Por más que tengan “éxito” estas políticas, no será más que un nuevo aplazo de la crisis, para volver a generar un ciclo de reproducción y acumulación capitalista, porque la lógica de este sistema es esa, acumular, no distribuir. Así fue y será, es su ADN, por eso la teoría del derrame jamás funcionó.
Es por esto que la discusión va más allá de Macri o Cristina, sino prestemos atención a las medidas económicas más trascendentes del anterior gobierno: acuerdos con la Barrick Gold para que saquee minerales, con Chevrón para que se lleve el petróleo, y con los buitres del Club de París, a los que les pagamos siderales sumas de deuda ilegítima (sin mencionar los “blanqueos” de capitales que se llevaron a cabo durante el gobierno de Cristina y se implementarán de manera idéntica ahora).
Todo esto otrora se matizaba con medidas en materia social -que lejos estaban de empoderar al pueblo- y con la épica populista, un mero intento de ocultar el bonapartismo del FpV. Pero no se rebasó el marco ni la lógica del mercado, ni antes y menos ahora, que se avanza sin antifaz ni careta, a cara lavada, frenando la ley anti-despidos, aumentando el precio de los alimentos, devaluando y pactando paritarias irrisorias con los burócratas sindicales –los grandes aliados de ayer y de hoy- y consecuentemente empujando a la pobreza a millones de personas.
Dentro del marco de ordenamiento actual podrán sucederse gobiernos más o menos benevolentes, las migas para los de abajo serán más o menos cuantiosas, pero la crisis sistémica perdurará, castigando como siempre a los que menos tienen… ciclo tras ciclo. ¿O se creen que luego de la llegada de las inversiones se van a terminar los talleres clandestinos como los que producían ropa para la marcas de la primera dama? ¿O se creen que los grandes capitalistas como el actual presidente dejarán de llevar sus fortunas a paraísos fiscales y a cuentas off-shore para evadir?
El sistema de acumulación capitalista seguirá siendo igual de perverso y poco humano. La única forma de detenerlo es como lo está haciendo el pueblo francés, con la organización y unión de los trabajadores y estudiantes, enfrentando en las calles a los ajustadores, sin agachar la cabeza esperando el accionar de la “bondadosa” mano invisible del mercado mientras se siguen adoptando medidas antipopulares.
(¿Feliz?) Día del periodista
Para “celebrar” el día del periodista, se dio a conocer el artículo 85 de la Ley de blanqueo de capitales que impulsa el Poder Ejecutivo, en la que se establece que “los magistrados, funcionarios judiciales o dependientes de la Administración Federal de Ingresos Públicos, los declarantes del Título I del Libro II de la presente y terceros que divulguen o reproduzcan documentación o información de cualquier modo relacionada con las declaraciones voluntarias y excepcionales reguladas por esta ley incurrirán en la pena prevista por el artículo 157 del Código Penal. Los terceros mencionados precedentemente incurrirán, además, en una multa igual al valor de los bienes exteriorizados por aquel que hubiera realizado la declaración voluntaria y excepcional que se hubiera revelado o divulgado o cuyos hechos, actuaciones, documentos, datos o información se hubiera revelado o divulgado”.
Esos “terceros” pueden ser periodistas, que si dan a conocer información de los evasores, narcos, corruptos, tratantes, y demás delincuentes que ahora quieran blanquear sus fortunas (una tarea indispensable), estarían cometiendo un delito penal. Es un claro intento de amordazamiento de la prensa por parte de un gobierno que se mostraba como el “Cambio” frente a los “ataques” del gobierno anterior a periodistas críticos. Desde el PRO sólo atinaron a decir que “revisarán” ese artículo.
Más allá de esto, es crítica la situación en muchos medios que han cerrado o han reducido drásticamente su personal. Más de 2500 familias de trabajadores de prensa hoy están en la calle, producto de desguaces, como ocurrió en varios medios que antes eran manejados por empresarios vinculados al kirchnerismo (como Szpolski y Garfunkel) y vivían de la pauta oficial, o por despidos.
Por eso es de vital importancia unir los reclamos y fortalecer el nuevo sindicato de prensa, SIPREBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), para terminar de sepultar a la burocracia podrida de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires), un gremio fantasma que siempre le dio la espalda a los trabajadores, y así poner a esta nueva organización sindical al servicio de un plan de lucha nacional contra el ajuste.
En este día del periodista sólo queda por mencionar y saludar a los trabajadores de la ahora cooperativa que maneja “Tiempo Argentino”, un diario que no tiene más patrones empresarios como antes, que ponían sus páginas al servicio del poder de turno. Ahora en Tiempo son “dueños de sus palabras”. El éxito de ventas que les permite seguir funcionando es una luz de esperanza para que en un futuro no muy lejano se repliquen estas formas de organización cooperativistas y comunitaristas.